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Juntos penetraron en la abertura. Se oyó otro grito, y poco después el Ratonero regresó
solo y se acercó a Fafhrd, cortó sus ligaduras y apartó la silla, ayudándole a levantarse. El
halconero herido no se movió, pero permaneció tendido, gimiendo quedamente.
¿Se ha arrojado al Hlal? inquirió Fafhrd, con la garganta seca.
El Ratonero asintió.
Fafhrd se frotó la frente, aturdido, pero su mente se estaba aclarando, a medida que se
disipaban los efectos del veneno.
Hasta los nombres eran iguales musitó en voz baja . ¡Atya y Tyaa!
El Ratonero se dirigió al altar y empezó a revisar las ligaduras del ladrón.
Algunos de tus hombres han intentado acribillarme esta noche, Stravas dijo en
tono ligero . No me ha sido fácil eludirles y abrirme paso por la escalera atascada.
Lo siento... ahora dijo Stravas.
Supongo que también eran tus hombres los que fueron esta noche a robar joyas a
casa de Muulsh.
Stravas asintió, frotándose los miembros liberados.
Pero confío en que ahora seamos aliados, aunque no hay botín a repartir, excepto
unos cristales sin valor y otras chucherías. Rió tristemente . ¿No había manera de
librarse de esos demonios negros sin perderlo todo?
Para ser un hombre recién arrancado del pico de la muerte, eres muy codicioso,
Stravas observó el Ratonero , pero supongo que se debe a tu adiestramiento
profesional. No, la verdad es que me alegra que los pájaros se hayan ido. Lo que más
temía es que se descontrolaran..., como sin duda habría sucedido si hubiese matado a
Atya. Sólo ella podía dominarlos. Es evidente que todos habríamos muerto. Fíjate en lo
hinchado que está el brazo de Fafhrd.
Quizá los pájaros traerán de nuevo el tesoro erijo Stravas en tono esperanzado.
No lo creo replicó el Ratonero.
Dos noches después, Muulsh, el prestamista, que sabía algo de lo sucedido porque se
lo había dicho un halconero con un brazo roto que había estado empleado para cuidar de
las aves cantoras de su esposa, estaba cómodamente recostado en la cama lujosa de la
habitación de su esposa. Una de sus manos rechonchas sostenía una copa de vino, y la
otra la de una hermosa doncella que había sido la peluquera de su mujer.
La verdad es que nunca la quise dijo el prestamista, atrayendo hacia sí a la joven,
que sonreía con retaco . Pero ella solía aguijonearme y asustarme.
La muchacha separó suavemente su mano.
Sólo quiero poner las coberturas a esas jaulas explicó . Los ojos de los pájaros
me recuerdan los de ella.
Y se estremeció delicadamente bajo su delgada túnica.
Cuando la última ave canora quedó tapada y en silencio, ella regresó y se sentó en sus
rodillas.
El miedo desapareció gradualmente de Lankhmar, pero muchas mujeres ricas
siguieron llevando jaulas de plata en la cabeza, considerándolo como una moda
encantadora. Poco a poco las jaulas se fueron alterando hasta quedar reducidas a suaves
máscaras de redecilla de plata.
Y algún tiempo después, el Ratonero le dijo a Fafhrd:
Hay algo que no te he dicho. Cuando Atya se arrojó al Hlal, había luna llena. Sin
embargo, de algún modo la perdí de vista mientras caía, y no vi ningún chapoteo en el
agua, aunque escudriñé a fondo. Entonces, al alzar la cabeza, vi el final de aquella
desigual procesión de pájaros cuando cruzaban ante el disco lunar, y me parece que
detrás de ellos volaba un pájaro mucho mayor, que aleteaba fuertemente.
Y crees que... dijo Fafhrd.
Hombre, creo que Atya se ahogó en el Hlal replicó el Ratonero.
9 - El precio del alivio del dolor
Fafhrd, el corpulento bárbaro, expulsado del Yermo Frío del Mundo de Nehwon y
forastero para siempre en la tierra y la ciudad de Lankhmar, la zona más notable de
Nehwon, y el pequeño pero mortífero espadachín Ratonero Gris, un apátrida incluso en el
despreocupado y nada burocrático Nehwon, un hombre sin país (que él supiera), eran
grandes amigos y camaradas desde que se conocieron en la ciudad de Lankhmar cerca
de la intersección de las calles del Oro y del Dinero, pero nunca habían compartido un
hogar. Un motivo evidente era que por naturaleza, y a excepción de su compañía mutua,
eran solitarios, y tales personas casi siempre carecen de hogar. Por otra parte, vivían
constantes aventuras y estaban siempre caminando, explorando o huyendo de las
funestas consecuencias de fechorías y errores pasados. En tercer lugar, sus primeros y
únicos amores verdaderos la Vlana de Fafhrd y la Ivrian del Ratonero murieron
cruentamente asesinadas (y fueron cruenta aunque dificultosamente vengadas) la primera
noche en que los jóvenes se conocieron, y cualquier hogar sin una mujer amada es un
lugar frío. En cuarto lugar, generalmente robaban todas sus posesiones, incluso sus
espadas y dagas, a las que siempre llamaban «Varita Gris», «Buscacorazones»,
«Escalpelo» y «Garra de Gato», por muchas veces que las perdieran y las reemplazaran
por otras armas robadas..., y los hogares suelen ser muy difíciles de robar. Como es
natural, no cuentan las tiendas y alojamientos en posadas, cuevas, palacios en los que
dan empleo a uno o donde quizás es huésped de una princesa o una reina, o incluso
chamizos que uno alquila por algún tiempo, como el que alquilaron el Ratonero y Fafhrd
por corto tiempo en un callejón cerca de la Plaza de las Delicias Ocultas.
No obstante, durante sus primeras caminatas y galopadas por Nehwon, en busca de
sus aventuras en y alrededor de Lankhmar, en las que solían estar ausentes las mujeres,
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